Imagina dos empresas que trabajan con sistemas de media y alta tensión. Ambas cumplen con la NOM-029-STPS-2011 al pie de la letra: tienen sus procedimientos documentados, realizan las capacitaciones anuales obligatorias, y sus trabajadores portan el EPP certificado. Sin embargo, una registra tres veces más incidentes eléctricos que la otra. ¿Cuál es la diferencia?
La diferencia entre cumplir normas y vivir la seguridad
Cumplir normas significa ejecutar lo mínimo requerido por ley: documentar procedimientos, realizar capacitaciones obligatorias, y mantener registros actualizados. Es una relación transaccional con la seguridad donde el objetivo es evitar sanciones.
Vivir la seguridad significa que cada trabajador, desde el electricista en campo hasta el director general, toma decisiones pensando primero en la integridad de las personas. Es cuando un técnico detiene una maniobra porque algo “no se siente bien”, aunque técnicamente cumpla con el procedimiento. Es cuando un supervisor rechaza acelerar un trabajo para cumplir una meta de producción si compromete el tiempo necesario para realizar un LOTO completo.
La cultura de seguridad se manifiesta en lo que sucede cuando nadie está supervisando, en las conversaciones informales entre compañeros, y en las pequeñas decisiones que se toman cientos de veces al día.
Los números no mienten: cultura vs. cumplimiento
Según datos del Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH), las organizaciones con culturas de seguridad maduras experimentan tasas de incidentes hasta 70% menores que aquellas que operan en modo cumplimiento básico. En el contexto específico de riesgo eléctrico, la diferencia es aún más pronunciada.
Un estudio de 2024 publicado en el Journal of Safety Research analizó 156 empresas del sector eléctrico en Norteamérica durante cinco años. Los resultados revelaron que las empresas clasificadas con “cultura de seguridad madura” reportaron un promedio de 0.8 incidentes por cada 200,000 horas trabajadas, mientras que las empresas en “modo cumplimiento” registraron 3.2 incidentes en el mismo período, a pesar de que ambos grupos cumplían formalmente con las regulaciones OSHA y NOM aplicables.
La Electrical Safety Foundation International (ESFI) reportó en 2024 que el 65% de los accidentes eléctricos fatales en entornos industriales ocurrieron en instalaciones que técnicamente cumplían con todos los requisitos normativos al momento del incidente. El factor diferenciador no fue la presencia de procedimientos, sino la profundidad con la que estos estaban integrados en las decisiones diarias.
Tres pasos prácticos para comenzar la transformación
Primero: Cambia la pregunta en las reuniones de seguridad. En lugar de preguntar “¿cumplimos con los requisitos?”, pregunta “¿nuestro equipo siente que puede trabajar de manera segura?”. La primera pregunta genera respuestas binarias de sí o no. La segunda abre conversaciones sobre barreras reales, preocupaciones no expresadas, y mejoras necesarias.
Segundo: Implementa reportes de “buenas capturas” donde los trabajadores documenten situaciones donde identificaron un riesgo antes de que se materializara, sin importar si estaba relacionado con incumplimiento normativo o no. Cuando un electricista nota que el detector de voltaje sin contacto responde más lento de lo normal y lo reporta para revisión, está demostrando cultura de seguridad, aunque el equipo aún esté dentro de su período de calibración válido.
Tercero: Evalúa las decisiones de liderazgo bajo presión. La verdadera cultura se revela cuando hay conflicto entre la producción y la seguridad. Si un gerente dice “la seguridad es lo primero” pero después presiona al equipo para saltarse pasos del LOTO porque “son solo 15 minutos de retraso”, está destruyendo cualquier cultura de seguridad que intente construir.
La transición de cumplimiento a cultura no sucede con un anuncio o una campaña. Sucede en las conversaciones difíciles, en las decisiones consistentes, y en el reconocimiento genuino de que ningún transformador, ninguna meta de producción, y ningún contrato valen más que la vida de las personas que hacen posible el trabajo.
